Ven y ve,
Ven y ve el cielo que se derrama,
Ven y ve el día que se ahoga,
En el calor de su existencia
En lo absurdo de nuestras vidas
Las cuales medimos desde la cuna
A través de puestas de soles
Y lunas.
Caminemos por las calles, agrietadas
Por la sensatez de los espíritus, olvidados
Por el metal de la avaricia, abandonados,
Recordando a los amantes desterrados.
Crucemos los valles de concreto,
Infestados de deseos,
pasmados por encuentros,
Retorciéndose en anhelos .
Donde los autos repiten el mismo sendero,
Ignorantes de los caminos alternos,
Las puertas selladas con música absurda
Los puentes atascados,
Sudan en su existencia burda.
En una esquina dos se besan sin importarles,
Las consecuencias de la vida,
Las incongruencias de su existencia
Lo ridícula que puede llegar a ser su tragedia.
Se muerden, hirviendo
La sangre, bombea
La piel se enciende como amanecer,
Furiosa y determinada
Sin importarle lo que pueda suceder.
Del otro lado,
un anciano,
lleva en las arrugas
todas sus penas.
Cuelgan de los cadáveres de concreto,
Aventureros en busca de recuerdos,
Cruzan con las manos el cielo sintético,
Siempre he temido,
la muerte de un profeta.
Y lo que el precio de su sangre
Nos pueda revelar.
Por eso quisiera,
Ver que los gobernantes
Pusieran,
Estatuas de posibles mártires
Posibles profetas,
Para protegernos de
La miseria
¿Qué piensas
si te digo
que debemos
a todo los dioses venerar?
No vaya a ser que todos estén equivocados,
Que las iglesias finalmente si alberguen
Toda la humanidad que tanto condenan.
O los templos escondidos,
Se inunden de sabiduría
Hasta desbordar
La locura.
Y los mugrosos,
Los malditos mugrosos
Que nunca vemos,
Y si los vemos,
Los ignoramos hasta desaparecerlos
No vaya a ser que ellos
Finalmente sean los portadores
Del nuevo Evangelio
Tu no sabes quien soy
Tu no sabes realmente quien soy
Odio las mañanas frías
Y las noches sin color
Me desesperan las parejas
Que se quieren a través del dolor.
Le tengo miedo a al campo,
Duermo con doble calcetín
Estornudo enojado,
Y mido los días de mi vida,
A través de la ausencia de caricias.
Quizás si la policía, investigará
La doble moral de los animales
La doble moral de los hombres
Todos seríamos presos,
De la misma condena,
El crimen,
Olvidar comer sueños.
Este soy yo.
Somnífero viviente.
Oruga renegada,
las alas ausentes
en un cuerpo diferente.
Pero no digo más.
Nos falta mucho para llegar.
Si sigues conmigo, no me lo digas
No me lo muestres,
No me quiero acostumbrar.
Deberíamos estar tomando Mezcal,
Tomando Mezcal
Tomando Mezcal
Deberíamos estar tomando Mezcal
Y volvernos ciegos.
Mira, ese ciego,
Aquí en Emilio Castelar
Mira como encuentra su camino
Eso es de admirar.
¿Por qué admiramos a los
que son faltos?
¿Por qué amamos a los que son santos?
¿Por qué olvidamos al resto de los demás,
los cuales no son salvos?
Ya debo de haberte mareado,
Debes de pensar,
Quién le dio tantas palabras
A semejante haragán
Tienes razón, bebamos una más
Bebamos una más hasta que no haya que contar.
Te aferras a una vida
Te aferras a una vida
Te aferras a una vida
Que nunca va a regresar.
Solo déjame te digo,
Que esta Ciudad de México
Es mi castillo
Y yo su deidad
Y que la he recorrido,
Y que la he reconocido
Hasta llegarla a adorar.