Cité a Pablo en un café en Polanco sin saber mucho acerca de él. Lo poco que pude recopilar (e intuir) sobre su vida y persona fue al revisar su perfil de Facebook después de que aceptó mi solicitud de amistad, y de los pocos recuerdos que tengo de Pablo en el concierto de ‘Robert Fripp & The Orchestra of Crafty Guitarrists XII’, cuando lo vi pasar entre la audiencia –junto a otros 49 guitarristas, entre ellos Robert Fripp– el 27 de Febrero del 2016 en el Salón Ángeles en Tlatelolco.
Después de mi llegada un poco tardía al café Terracotta, me senté en la mesa donde Pablo ya me esperaba y pude por fin contemplarlo cara a cara. Que distinto me pareció en persona a la imagen que yo me había creado mientras veía sus publicaciones humoristas en FB. Creí que era una persona ácida, estridente, de una violencia inofensiva pero altanera, de hecho, lo ligaba a la segunda fase de King Crimson. Pero si algo he aprendido en los tiempos de Facebook es que la gente puede ser muy distinta en redes sociales de lo que es en persona.
Pablo resultó ser todo lo contrario a lo que yo me imaginaba. Es preciso en sus movimientos, es sumamente sencillo, posee un tono de voz modulado, muy cortés, y me atrevo a decir que empático pero sobre todo, se le ve que es alguien que ha hecho la paz con su propia existencia; es a mi parecer, de esos mexicanos que no se sienten por encima de las tragedias nacionales pero tampoco se aferran o permiten ser definidos por ellas.
Tiene 36 años; los cumplió a los pocos días de reunirnos. Su amor por la música nació desde muy joven al ser expuesto a ella por parte de su padres. Ningún es músico sin embargo su padre fue reseñista de música en 1 + 1 y la revista Conecte entre otras, y tenía una fuerte inclinación hacía el rock poco comercial.
Pablo celebrando su cumpleaños
“Bueno, yo descubrí King Crimson gracias a mi papá. Crecí con King Crimson, digamos.” A su madre por el otro lado, le gusta mucho la música internacional. De la India, África, así como la clásica también. “Con mis padres crecí escuchando un panorama muy amplio de música.”
Empezó a tomar clases de guitarra a los 13 años aproximadamente. Su hermano tocaba un poco de guitarra por lo mismo tenía una acústica en su casa que casi no se usaba y con la que el practicaba. Desde entonces, no se ha detenido a tocar ese instrumento. “Curiosamente, yo creo que si a los 13 años me hubieras preguntando quién era mi modelo a seguir te hubiera dicho que Robert Fripp. Desde que yo comencé a concebir la música como tal yo creo que él fue el primer guitarrista que me apasionó.” Durante un verano, trabajó todos los días en el despacho de abogados de su abuelo para recibir a cambio, una guitarra Les Paul negra, misma que usaba Robert Fripp, y que Pablo aún conserva y usa.
Es curioso que no conoció de inmediato la filosofía de vida de Robert Fripp y vaya coincidencia que ésta fuera tan parecida con la suya en ese momento. Para él, Fripp siempre ha tenido un halo de misterio mismo que le atribuye a su presencia escénica, dónde siempre ha tocado sentado y alejado del foco escénico. Una contraste imposible de ignorar, tomando en cuenta que la música de Crimson es una de las más agresivas y pesadas dentro del rock progresivo clásico, sino es que la más.
Pablo en Bélgica.
Pero lo que más le llama la atención a Pablo es la totalidad del hombre, desde su composiciones dentro y fuera de King Crimson, hasta sus ideologías y creencias como persona. Lo que a mi me llamó la atención, fue como se refirió durante toda la entrevista a él como Robert y no Fripp como solemos hacerlo sus miles de fans, hecho que me llevó de inmediato a entender un poco más la relación que Fripp tiene con sus alumnos y viceversa. Para ellos el ídolo quedó muy atrás, lo que está en frente trascendió a otro plano.
Pablo comenzó a leer el diario en línea de Robert Fripp allá por 1995, 1996 cuando existían las viejas conexiones de internet y se navegaba a través de la línea telefónica inutilizando la misma. “Robert siempre fue muy disciplinado para documentar las cosas en su diario. A veces, la lectura podía ser muy densa. Llena de ideas complejas.”
Fue ahí, leyendo el diario donde escuchó acerca de Guitar Craft, la escuela de guitarra de Robert Fripp, por primera vez. El camino a encontrar esa puerta, fue algo solitario. Mientras me platicaba esto, comentó que envidia a los jóvenes de hoy en día que pueden acceder fácilmente al internet y enterarse de tantas cosas al mismo tiempo que se conectan con otros jóvenes que comparten sus gustos musicales.
“Yo recuerdo que cuando era estudiante la música que yo oía no le interesaba a nadie. Yo creía que encontrar a alguien de mi edad que oyera lo que yo oía era como encontrar a un unicornio. No existía. Hasta la universidad empecé a encontrar gente que compartía algunas cosas.”
Finalmente recorrer ese camino le dio frutos y se encontró con esta enigmática escuela liderada por ídolo musical. Antes de narrar como fue que entró a la escuela salió el tema de la crítica hacía Fripp por parte de sus detractores, y le dije que me recordaba e impresionaba como muchos de los fans del progre criticaban severamente a Steven Wilson sin ningún tipo de base o fundamento. “Fripp admira y respeta mucho a Steven Wilson” añadió.
Mencionó que él trabajó como crítico de música mucho tiempo y, concordando conmigo en que las opiniones sin fundamento afloran y rara vez aportan algo, recordó unas palabras que no está seguro si son de Fripp, las cuales dicen “el reseñista se reseña a si mismo”. “Yo traté en la medida de que me fuera posible hablar de la obra en si, y no de mi mismo lo cual es una trampa muy fácil de caer en”.
La primera vez que pidió informes acerca de Guitar Craft tenía 18 años y fue en el año de 1998. Al poco tiempo iba a haber un curso en New Jersey y para entonces él ya tenía un fuerte interés en estudiar con Fripp. Aunque ya existía la red, optó por el correo y hasta la fecha conserva la postal que le enviaron con la información del curso. Pero no asistió. Tuvieron que pasar 15 años para que tomara su primer curso de Guitar Craft.
“Una de las cosas que recomendaban cuando yo iba a tomar ese curso era algo así como que ‘el curso tiene este costo y recomendamos que el dinero que cuesta sea dinero que tú te hayas ganado’. Yo me lo tome muy en serio.”
En ese entonces Pablo era un estudihambre (así se definió) y a pesar de que su madre le ofreció el dinero con el argumento que él entendía el valor del mismo, Pablo se negó, pues eso recomendaba el curso y el no quiso romper esa regla o más bien, ir en contra de esa recomendación. Confesó también que la edad y le hecho de que nunca había viajado solo fueron factores que influyeron en la decisión
Pasaron muchos años y Pablo aún pensaba “estaría padre hacerlo algún día”. Pero comenzó a trabajar y adquirir más responsabilidades, absorbiéndose poco a poco en la rutina de su vida hasta llegar a un periodo en donde prácticamente trabajaba todo el día. Aún así, el estaba convencido que “las cosas pasan cuando tienen que pasar” a pesar de estar trabajando 14 hrs diarias en una –ya difunta– escuela bilingüe, el Anglo-Americano, como coordinador de inglés, llegando a las 7 de la mañana para abrir y cerrando a las 9 de la noche, de lunes a sábado.
“Me alejé un poco de la música. Nunca dejé de tocar, pero si, tal vez ya no tenía para mi el mismo peso hacer música. De repente rompí con una ex novia que fue una relación muy larga y muy importante, me sentí completamente a la deriva, renuncié a mi trabajo y me fui a Europa por 3 o 4 meses en el invierno del 2012; me valió estar en la nieve y el frío y todo.” Nada como la adversidad para empujar hacía adelante al hombre, pensé.
La calma con la que me contó sobre su decisión de viajar me hizo pensar que hacer lo que hizo Pablo es la única manera sensata de actuar cuando se termina una relación sentimental. Como si él perteneciera a un mundo paralelo en donde no se ridiculiza a los que sufren de amor y recurren a decisiones de este tipo para encontrar el antídoto al mal de amores.
Regresó a México en Enero del 2013 –barbón y greñudo, pues había estado viajando sin rasurarse– y 5 días antes de que iniciara se enteró que finalmente habría un curso de Guitar Craft dirigido por Robert Fripp en México. En el pasado, Leonardo Requejo, había intentado armar el curso pero no se pudo concretar por falta de quorum. Esta vez, la cosa fue distinta y el curso se convirtió en una realidad. Pablo inmediatamente se inscribió.
“Sospecho que fui el último que alcanzó a inscribirse ese año. Cayó sobre mi regazo, sin ponerme muy místico ni nada, creo que era el momento. Que probablemente cuando yo tenía 18 años no era el momento.”
Hizo una pausa y luego, como hablándose a si mismo, recordó como pensaba que si hubiera empezado en Guitar Craft a los 18 años, ya tendría 17 años en el curso, y cuanto habría hecho dentro del círculo etc… Pero concluyó, firme y seguro, que seguramente no estaba listo en ese momento y que “…no tiene caso, es desgastante pensar así.”
Pagó el curso con el último dinero que le quedó de su viaje; “literalmente después de eso me quedé con 200 pesos a mi nombre.” Para él, la oportunidad de conocer y estudiar con Fripp era algo que ya no podía dejar pasar. De hecho, inicialmente quería entrar “más que nada por conocer a Robert Fripp pero más adelante ves que es un trabajo muy interesante y vas restándole importancia a ese elemento.”
“El curso me cambió la vida.” ¿Por qué?, le pregunté. Hizo una larga pausa, rompiendo el ritmo de la conversación, y finalmente dijo “me reconectó con la música y me hizo no dar por sentado las cosas. Yo no estudié música formalmente. Cuando terminé la secundaria hice el examen para la escuela superior de música pero no me quedé y nunca lo volví a intentar. Tomé clases particulares pero la mayor parte del tiempo fui un músico autodidacta. Me salvó.”
¿De qué?, le volví a preguntar. “Me salvó de la mediocridad, yo diría. Yo pensaba que era un buen guitarrista pero cuando estuve ahí me di cuenta que no tenía idea de muchas cosas. Siento que mis prioridades no estaban bien definidas. Le daba demasiada importancia a cosas que no necesariamente eran tan esenciales para mi. Como el trabajo.” Pablo procedió a explicarme que el trabajo tiene desde luego su importancia pero nunca tanta como para trabajar 14 horas diarias de lunes a sábado por 5 años “para un guey que me corrió sin tocarse el corazón.”
Para Pablo Cordero, la música siempre fue importante pero la tuvo relegada mucho tiempo. Llegó a la conclusión que aparte del trabajo necesitaba tiempo para él y la música. “Eso es algo que obtuve de Guitar Craft, yo pienso. También la disciplina, una concepción de quién soy yo y lo que soy. Obtuve tocar en grupo, recordar que la música como muchas cosas, te puede hacer fuerte con otras personas.”
Pablo tocando con Fripp and Co.
“Yo le debo muchísimo a Robert.” De nuevo hablaba de él como un ser cercano, un amigo, un familiar. ¿Qué le debes? “Uy…” Regresamos al silencio existencial de hace unos momentos. “… el puso su considerable talento y conocimiento a favor de algo más grande y creo que educar es algo muy noble. Y el es un gran maestro. ¿Por qué le debo? Piensa en el mejor maestro que has tenido en tu vida. ¿Qué le debes a él o a ella? Puede que tu respuesta sea algo similar a lo que yo podría decir. ¿Qué le debo a Robert? Que me permitió ver que un ser humano es capaz de lograr cosas muy grandes.”
La música como salvación y destino, pensé. Y es que en el caso de Pablo, es clarísimo el impacto de esta arte en su vida. Ese fin de semana, viernes y sábado para ser precisos, tenía una tocada. Lo invitaron a participar en el festival “No Festival” en Xochimilco donde originalmente iba a tocar canciones antiguas con su guitarra eléctrica pero decidió casi de último momento un nuevo set con guitarra acústica, un pedal y la afinación especial de Guitar Craft – inventada por Fripp y la cual es distinta a la afinación tradicional de guitarra–.
“Me acompañaré a mi mismo con loops. Un trabajo grupal conmigo mismo. Iba a tocar el programa que ya tengo preparado pero me di cuenta que no quiero tocarlo ahorita entonces tengo que afinar algunas cosas y trabajar fuerte para la tocada. Habrán bandas de rock y dj’s. Va a durar toda la noche, como un rave y es un lugar extraño para eso y cuando le conté al concepto al organizador me hizo una oferta interesante. Voy a tocar primero antes que las bandas de rock, porque mi concepto es más tranquilo, tocaré como a las 8 de la noche el viernes y luego en las primeras horas del sábado después de que hayan bailado toda la noche y probablemente estén bien crudos.”
Otro video de Pablo tocando con Fripp and Co.
Desafortunadamente no pude asistir al concierto pero mientras me quedaba dormido aquella madrugada del domingo, pensé en Pablo Cordero con su guitarra y sus notas e imaginé que dentro de aquel público cansado por la fiesta y sus excesos, hubieron algunos cuantos que encontraron serenidad y descanso entre sus notas y acordes, mientras Pablo reafirmaba su lugar en el mundo a través de la música.
Aquí está el link al perfil en Bandcamp de Pablo donde pueden escuchar el concierto de Xochimilco –mismo que les recomiendo ampliamente– y viajar un rato.
Te felicito Pablo por coincidir e tus conceptos ya que yo he pasado y sigo pasando pobló mismo ,paro sigo adelante con mi trabajo personal de guitarra y harmonica sin encontrar a quien o quienes puedan tocar un blues ,soy autodidacta desde siempre con algunas clases formales ,considera Robert Fripp un musico cerebral y como el lo recomienda «si es necesario practicarlo mil veces, hazlo » saludos y un fuerte abrazo !