Estuve sentado toda la mañana en la enfermería de la universidad,
Contando las campanadas que cerraban las clases
A las dos nuestros vecinos me llevaron a casa.
Estuve sentado toda la mañana en la enfermería de la universidad,
Contando las campanadas que cerraban las clases
A las dos nuestros vecinos me llevaron a casa.
El monstruo emergía siempre de la noche. No del closet. Sino de la noche. De la noche quieta y serena. De la noche que se arrullaba con los autos silenciosos que pasaban como ráfagas de viento y que apenas si dejaban una huella sonora. Seguir leyendo «El monstruo»