Había un hombre tan pero tan malvado que se sacó los ojos con una cuchara y luego se cortó la cabeza.

Había un hombre tan pero tan malvado que se sacó los ojos con una cuchara y luego se cortó la cabeza.
El calor era una paradoja. Lo estaba matando, pero a la vez le recordaba que aún no estaba muerto. Le recordaba que había que seguir adelante, aunque era de su conocimiento que aquel desierto se extendía más allá de cualquier salvación. Seguir leyendo «El desierto»
El monstruo emergía siempre de la noche. No del closet. Sino de la noche. De la noche quieta y serena. De la noche que se arrullaba con los autos silenciosos que pasaban como ráfagas de viento y que apenas si dejaban una huella sonora. Seguir leyendo «El monstruo»
Arriba el Tepozteco, árido e inmóvil. Un monolito natural que le pareció poco atractivo y poco impresionante en su tamaño. Le daba una sensación de asimetría y desesperanza. Le recordaba a sí mismo. Seguir leyendo «Tepoztlán»
Atiende en los huesos. Cadavérica hasta en su forma de moverse. Los despojos de un rostro hermoso visibles aún debajo de la piel marchita, porosa, como la gangrena de la ambición. ¿Cuántos son? Por aquí por favor. How many? Excuse me sir we don’t accept children in this establishment. ¿Cinco? Por aquí por favor. Se escurre entre las mesas repletas de turistas, el mar ruge a unas cuantas cuadras, su andar tibio y calculado, el cuerpo en tregua consigo mismo. Seguir leyendo «La güera y la flaca»
Llega puntual a recogerla.
Desde la ventana, mientras termina de arreglarse, lo ve sentado en su coche, el automóvil vibrando casi imperceptible, la noche quieta, el libreto en la cabeza, la decisión de cómo amarlo este día. Seguir leyendo «La última cena»
El calor comenzaba a sofocarlo.
No le gustaba la idea pero sabía que su mejor opción en ese momento era el aire acondicionado. Subió las dos ventanas de golpe y giró exasperado la perilla del aire hasta el tope. La música se ahogó debajo del aire frío que empezaba a inundar el coche. Inmediatamente se sintió mejor pero también de manera inmediata, el olor tan peculiar que su coche aventaba cada vez que encendía el aire, le llenó la cabeza. Seguir leyendo «El pueblo»
Después de meses de silencio te busco y te dejas encontrar. Un par de mensajes por whatsapp, y una sola llamada para fijar el lugar. No ha pasado ni un año sin escucharte pero en cuanto contestas con tu forma tan peculiar se sienten como años. Seguir leyendo «El café»
En esta casa casi siempre hay sol. Los días lluviosos son pocos, esparcidos entre los meses de tal forma que es posible no recordar ni uno solo. Yo si recuerdo algunos. La mayoría no. Seguir leyendo «La casa»